Wynwood hace poco más de 50 años, cuando Benedicta y Miguel se mudaron allí. En aquel entonces, el barrio estaba lejos de ser el distrito turístico de arte que es hoy en día, con millones de personas visitándolo cada año.
Benedicta, de 90 años, recuerda cómo la gente le decía que no debería mudarse allí porque el barrio no era bueno. Sin embargo, hoy en día vive junto a su marido en la misma casa, justo al lado de uno de los cientos de murales que han transformado la identidad del lugar.
La velocidad de la transformación ha sido impactante. En la última década, el número de visitantes ha aumentado de 240,000 a 13 millones al año, según el Wynwood Business Improvement District.
Esta afluencia de turistas ha traído consigo un aumento en los costos de vida, con el costo promedio de alquiler de un apartamento de una habitación llegando a los US $3,324 al mes.
Antes, Wynwood era un barrio de clase media baja, con fábricas y casas de un solo piso. La comunidad estaba compuesta principalmente por familias puertorriqueñas, como la de Benedicta y Miguel.
Sin embargo, la gentrificación ha llevado a un aumento en los precios que ha obligado a muchos residentes antiguos a abandonar el barrio. Miguel, de 81 años, señala que ahora Wynwood es un lugar solo para millonarios y que poco a poco los están sacando.
En la actualidad, Wynwood es un destino turístico muy popular, pero los residentes originales como Mariano Palenzuela, que administra un restaurante de comida puertorriqueña desde 1974, lamentan que la identidad boricua que solía predominar en el barrio haya desaparecido.
A pesar de los cambios, los antiguos residentes recuerdan con cariño la época en que Wynwood era conocido como el «pequeño San Juan» debido a la gran influencia de la cultura puertorriqueña.
A pesar de los retos que enfrentaba en el pasado, incluyendo altos niveles de crimen y violencia, los residentes recuerdan con nostalgia las amistades y la vida comunitaria que existía en Wynwood.
Sin embargo, a medida que el barrio ha crecido y se ha embellecido, algunos residentes como Miguel sienten que ha perdido parte de su esencia y lamentan la pérdida de la comunidad en la que solían vivir.