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Hiroshima y Nagasaky: El error del que se arrepentiría Albert Einstein

En octubre de 1939, Alexander Sachs, un destacado economista de Estados Unidos, se reunió en el Despacho Oval de la Casa Blanca con el presidente Franklin Delano Roosevelt.

Aunque Sachs y Roosevelt se habían encontrado anteriormente en el Despacho Oval, por lo general sus conversaciones se centraban en temas económicos.

Sin embargo, en esta ocasión, Sachs llevaba consigo una carta firmada por Albert Einstein que, se cree, tuvo un impacto histórico significativo.

Esta carta, que se estima que tiene un valor de entre US$4 y 6 millones, será parte de una subasta en Nueva York en septiembre, junto con otros artefactos pertenecientes al fallecido cofundador de Microsoft, Paul Allen.

A pesar de la importancia del firmante, Roosevelt inicialmente no prestó mucha atención a la carta, ya que en ese momento estaba preocupado por la reciente invasión de Polonia por parte de Alemania y el comienzo de una guerra en Europa.

Sachs leyó la carta escrita por el físico húngaro inmigrante Leo Szilard a Roosevelt, que mencionaba la posibilidad de una reacción en cadena nuclear en una gran masa de uranio.

Aunque el tema era complejo para ambos, el presidente invitó a Sachs a tomar un café al día siguiente.

Este momento, en apariencia insignificante, resultó ser crucial y cambió el curso de la historia.

Tiempo atrás

Unos meses antes, las noticias del otro lado del Atlántico estaban atormentando a Szilard.

En enero de 1939, en la Alemania nazi, científicos lograron dividir el átomo usando neutrones, un proceso llamado fisión, algo que él había previsto años atrás.

Temía que los nazis estuvieran más adelantados en la investigación atómica y que la guerra nuclear fuera una realidad, pero nadie lo escuchaba.

A pesar de que había luchado para ser tomado en serio, un amigo desestimó las preocupaciones sobre la fisión en un artículo en el New York Times.

Szilard creía en la posibilidad de una reacción en cadena que liberaría una cantidad extraordinaria de energía.

En la Universidad de Columbia, junto a su colega Walter Zinn, descubrieron que estaba en lo cierto.

A pesar de un obstáculo en relación a la velocidad de los neutrones, los nazis seguían avanzando en su investigación atómica.

Operación D2O

La Operación D2O se enfocaba en ralentizar los neutrones, y para lograrlo se utilizaba agua pesada (D2O), un isótopo con un neutrón extra en lugar del agua convencional (H2O) que absorbía demasiados neutrones.

A pesar de ser efectiva, la producción de agua pesada era complicada y el gobierno nazi intentó adquirir grandes cantidades de esta sustancia en una planta en Noruega.

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Los noruegos rechazaron la oferta, sospechando de las intenciones militares de los nazis.

Ante la advertencia de los franceses, permitieron que se llevaran todo el stock de agua pesada, pero los nazis descubrieron el intento de contrabando y trataron de interceptarla.

A pesar de un enfrentamiento armado, la operación logró llevar las latas de agua pesada a París, donde un equipo científico comenzó los experimentos necesarios.

Fue una operación tensa y peligrosa, pero finalmente fue un éxito.

El aliado correcto

La carrera atómica estaba en curso y, aunque Szilard temía la existencia de una bomba en general, le atemorizaba más una bomba nazi.

Imaginaba la devastación y la opresión, convencido de que esa arma impensable estaba cerca.

Llegó a una conclusión simple: los estadounidenses debían desarrollarla antes que los alemanes y convencerlos para hacerlo.

Necesitaba a un aliado que no pudieran ignorar, y el candidato obvio era Einstein, su viejo amigo y colega con quien compartió ideas durante años.

Tras explicarle la reacción nuclear en cadena, Einstein sorprendido y alarmado se dio cuenta del potencial de las armas nucleares en manos de los alemanes.

A pesar de ser pacifista y consciente políticamente, accedió a firmar una carta a Roosevelt preparada por Szilard para advertirle sobre el progreso alemán.

Szilard regresó a Nueva York con la carta de Einstein y la tarea de hacérsela llegar al presidente, volviendo así a involucrar a Alexander Sachs en la historia.

El camino nuclear

La primera reunión de Sachs con Roosevelt no fue exitosa a pesar de llevar una carta firmada por Einstein, donde se mencionaba la posibilidad de utilizar el uranio como fuente de energía pero también alertaba sobre el riesgo de desarrollar bombas nucleares.

Al día siguiente, durante un desayuno, Sachs decidió contarle al presidente la historia de Robert Fulton y Napoleón para explicar la importancia de tomar medidas ante la amenaza nuclear.

Roosevelt entendió el mensaje, creó el Comité Asesor sobre el Uranio y poco después comenzó el Proyecto Manhattan que culminó con el uso de las bombas atómicas en Japón en 1945.

Mientras algunos historiadores atribuyen directamente las bombas a la carta de Einstein, otros creen que se habrían desarrollado de todas formas.

Einstein, por su parte, expresó su arrepentimiento por firmar la carta al darse cuenta del alcance de sus consecuencias.