Las tensiones entre Israel y el grupo militante libanés Hezbolá alcanzaron el domingo pasado su punto más alto en casi veinte años. El ejército israelí lanzó un ataque con unos 100 aviones, disparando contra “miles de lanzaderas” de cohetes en 40 áreas de Líbano, mayormente en el sur del país.
Según la información proporcionada por el Ministerio de Salud libanés, tres personas murieron en los ataques en Khiam y Tiri, en el sur de Líbano, mientras que al menos dos personas resultaron heridas, un ciudadano libanés y un sirio.
Hezbolá afirmó haber disparado más de 320 cohetes hacia Israel en represalia por el asesinato de uno de sus comandantes el mes pasado, sin que se reportaran víctimas en Israel.
Este intercambio de ataques representa una escalada significativa en las tensiones entre ambos países desde la guerra que tuvieron en 2006.
El portavoz del ejército israelí, Daniel Hagari, defendió los ataques como una acción de legítima defensa, afirmando que destruyeron miles de lanzadores de cohetes de Hezbolá.
Por su parte, el grupo libanés desafió estas afirmaciones y dijo que su ataque fue exitoso y que no se estaban planificando más operaciones importantes por el momento.
Israel declaró el estado de emergencia durante 48 horas como medida de precaución, mientras que Hezbolá confirmó que su ataque era en respuesta al asesinato de su comandante y advirtió que su respuesta será severa.